Este fin de semana en Caudiel se han celebrado las fiestas de San Antón (o del porquet). Dos días intensos cargados de actividades que nos han hecho disfrutar, tanto a los peques como a los menos peques, de un montón de buenos ratos con amigos, por suerte acompañados de un tiempo magnífico.
Iniciamos el sábado temprano haciendo los preparativos de la noche de hogueras. Los hombres nos encargamos de preparar la hoguera (recogida de leña en el monte, unos de sacos de tierra para la base,...almuerzo en Benafer…) mientras las mujeres se encargaban de las viandas.
De vuelta al pueblo y mientras montábamos la hoguera en la plaza del pueblo, pensamos que, dada la buena temperatura que hacía, sería una buena idea hacer una paella en la propia plaza del pueblo. Tras pedir permiso a las autoridades (policía y mujeres) comenzamos todos juntos la tarea de preparar la paella en la plaza (montaje de mesa, sillas, paellero, caldero, butano, bebida, viandas….). Los pequeños, como no, disfrutaron de una mañana soleada en la plaza del pueblo corriendo, jugando, riendo….(haciendo peña).
Se nos hizo un poco tarde, por lo que mitigamos el hambre con unas sepias de pantano que Jose preparó magistralmente. Alrededor de las 4 comenzamos a dar cuenta de la paella (a esas horas la paella siempre sale buena), tras lo cual tomamos los cafés y jugamos unas partidas de “guiñote”.
Nuestra hoguera no era de grandes dimensiones, por lo que hasta prácticamente las 20:30 no comenzamos a prenderla. Costó un poco de encender, pero cuando prendió daba gusto. Una vez el fuego de la hoguera tomó fuerza colocamos unas raíces de almendro para tener unas brasas de calidad y duraderas.
Los niños y niñas, como perfectos imitadores que son, recogieron unos palos, unas ramas y unos papeles e improvisaron su propia mini hoguera. ¡Como disfrutaron con el fuego! Seguro que más de uno se meó esa noche en la cama ;-).
Al cabo de una hora ya disponíamos de brasas para comenzar a hacer la cena de los más pequeños. Aprovechando también para poner a asar unas patatas y unas alcachofas enrolladas con papel de aluminio. ¡Que buenas estaban las alcachofas!
Tras la cena de los pequeños, tocaba cenar a los mayores. Comenzamos a llenar parrillas de chuletas, embutido y panceta de cerdo y colocarlas sobre las brasas. Al poco tiempo teníamos unas sabrosas chuletas, unos embutidos y una crujiente panceta más que suculenta. Estas viandas aderezadas con el ajoaceite que prepararon Elena y Jose nos hicieron disfrutar de lo lindo de la cena.
Mantuvimos la llama de la hoguera encendida para luchar contra el frío de la noche, que se prolongó con conversaciones de sobremesa y unas partidas de cartas. Ya entrada la noche los pequeños empezaron a caer de cansancio y nos fuimos retirando a dormir.
No quiero olvidar el pequeño altar preparado por Santi con la imagen de San Antonio Abad y unas matas de romero que había recogido esa misma mañana en el monte. Incluso disponía de iluminación. ;-) ¿Influyó San Antón en el magnifico día que pasamos?
Amanece el Domingo y tras la diversión toca recoger las cenizas y la suciedad de la plaza. Los hombres quedamos a las 11 en la plaza y con unas palas recogimos la ceniza y tierra de la hoguera en unos sacos. Adecentamos el lugar con un par de cubos de agua y la zona quedó limpia y en perfectas condiciones. Este esfuerzo matutino fue recompensado a continuación con un pequeño almuerzo, disfrutando del sol de la mañana, con el embutido y las chuletas que sobraron de la noche.
Rápidamente nos dirigimos a casa para arreglarnos y asistir a la tradicional bendición de animales que realiza el cura en la plaza del pueblo con el anda de San Anton presidiendo la plaza. Pudimos ver en la bendición desde canarios, palomas, hamsters, conejos, cabras, perros, gatos hasta ponis, burros, carros tirados por caballerías y una docena de preciosos caballos montados por jinetes exhibiendo su doma. Al tiempo que desfilaban los animales para recibir la bendición, los festeros repartían un roscón a los que trajeron sus animales a bendecir.
Al terminar la bendición de animales, y aprovechando el buen tiempo que hacía, nos quedamos un rato por allí mientras los niños corrían y jugaban por la plaza y apurábamos los restos de bebida y picoteo que sobró de la noche. Al final resultó ser una mañana soleada de gentío y fiesta en la plaza con una gran dosis de diversión para los niños.
Por la tarde, (tras comer cada uno en su casa y disfrutar de un corto pero necesario descanso,) acudimos a las carreras de caballos que se celebran en el “paseo el cerrao”, en la zona del pueblo conocida como “el barrio”. Este año, de nuevo, hemos disfrutado del bullicio, del color de la luz del atardecer entremezclado con el polvo de las carreras y de la visión de los caballos sudando por el esfuerzo. Al finalizar las carreras, los caballos con sus jinetes se relajan y pasean, lo que permite que nos entremezclemos entre ellos y disfrutemos de la cercanía de estos animales. ¡Muy bonito!
Una vez terminadas las carreras, los festeros montaron unas tradicionales cucañas de cacerolas de barro en una plaza del barrio (no recuerdo el nombre) donde los pequeños pudieron conseguir unas cuantas golosinas y gastar las pocas energías que les quedaban.
En resumen. Ha sido un fin de semana maratoniano pero muy disfrutado, tanto por los pequeños como por los mayores.
3 comentarios:
Muy bien. Ahora ya sabemos todos por que estaba cierto sr. tan agotado esta mañana. ¡Como agotan las comilonas!
¡Por fin las afotos! Al final resulta que es verdad lo de la luz del atardecer. ;-)
La verdad es q estuvo muy bien.
La narración me ha gustado mucho.
A partir de ahora ya sabes...... te nombramos narrador oficial, jajajajajja.
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